Si exprimo el jugo de mis intenciones de AÑO NUEVO que a menudo son condicionales, siempre obtengo lo incondicional… ¡Gracia, Alegría, Plenitud! Si esto está disponible para mí incondicionalmente, ¿aún así podría motivarme a vivir mi vida? ¿Cómo puedo vivir, amar, aprender y servir desde esta certeza radiante?

Me encanta el tiempo, tan desconsiderado y sin disculpas, incluso sarcástico, diría yo. Nos quita, nos da, o nos ignora por completo, como la respiración que nos sostiene, que va y viene sin embargo, completando y comenzando, subiendo y bajando. En ese flujo, existimos, construimos ritmo, significado y propósito.

El nuevo año nos permite la experiencia consciente de convertirnos en participantes activos del eterno fluir en movimiento. Parece tan cruel, e independientemente de nuestras opiniones, nos vemos obligados a permitir que el futuro se convierta en el presente, y sin importar cuán fuertes sean nuestros apegos, el presente siempre se mueve al pasado.

Los AÑOS NUEVOS proporcionan una oportunidad única para seguir adelante, para recrear nuestra estrategia y redefinir nuestros objetivos: recordar, sentir, curar, examinar, perdonar, aprender, reevaluar, dejar ir, pasar a la verdadera experiencia de la abundancia y el éxito. Tenemos una opción, de hecho, sólo tenemos una opción…

“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta yace nuestro crecimiento y nuestra libertad”. ~Viktor Frankl

Nuestra oportunidad es mucho mayor que nuestra historia de logros y dificultades del año.

No somos nuestra interpretación de nosotros mismos, sino quien interpreta. Sólo yo puedo definirme a mí misma y siempre tengo la responsabilidad de hacerlo.

El éxito y el fracaso son producto de mi definición de éxito y fracaso. Soy el monstruo y el héroe. Esta interpretación me mantiene como rehén de mi propia historia. Sí, sí, hay evidencia clara de “la realidad”: bienestar, salud, riqueza, poder, vida, muerte, cosas… situaciones que son palpables, mensurables y, a menudo, más dolorosas que placenteras. Nos hemos enfocado en lo externo por mucho tiempo. Eso ha demostrado ser inútil y, hoy en día, no sustentable. Comencemos pues nuestra épica misión dentro de nosotros mismos dando un giro a la estrategia.

Mi vida comenzó el día en que me di cuenta de que no había nadie que viniera a validarme, a salvarme o a amarme. Después de muchas, muchas, muchas lágrimas, desperté a mi vida, la cual encuentro realmente ¡maravillosa!


Desde que dejé de sentarme en las gradas, estoy en el ¡JUEGO! No tengo que esperar. Puedo levantarme y entrar en la conciencia de este flujo de amor incondicional y aceptación AHORA.

“Un ser humano es una parte del todo, llamado por nosotros ‘universo’, una parte limitada en tiempo y en espacio. Él se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto — una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esta ilusión es una especie de prisión para nosotros, que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto por unas cuantas personas cercanas a nosotros.

Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión al ampliar nuestro círculo de compasión para abrazar a todas las criaturas vivientes y a toda la naturaleza en su belleza”. ~Albert Einstein

Si aplicáramos el método científico a nuestra experiencia humana, cada uno de nosotros podría soltar la historia y comenzar una curiosa aventura hacia la sustentabilidad, la sustentabilidad humana.

“Sócrates nos dijo: ‘una vida sin examinar no merece la pena ser vivida’. Creo que él se refiere a la curiosidad más que al conocimiento. En cada sociedad humana, en todo momento y en todos los niveles, los curiosos están a la vanguardia”. ~Roger Ebert

Los últimos días del año nos proporcionan la casi inevitable responsabilidad de revisar nuestras vidas, más exactamente, nuestra interpretación de nuestras vidas. Todo lo que hay entre mí y mi aceptación de la realidad que “existe”, es material para mi experimento en curso. Esto continúa siendo mi mayor intención y servicio.

¡Regálate este año a tí mismo! Soy consciente de que esto es bastante difícil de aceptar, por lo que propongo reformular ciertos conceptos. Primer concepto: la autoconciencia no tiene nada que ver con el egoísmo. De hecho, llamémosle el yo superior: aquel que tiene propósito e integridad… y el yo inferior: aquel que está condicionado por la satisfacción inmediata y las preferencias de la forma. Segundo concepto: la responsabilidad. Es verdad que somos cien-por-ciento responsables de la experiencia de nuestra realidad, sin embargo, esto no es una carga. Nuestro ser prospera y se propulsa sobre la magnificencia a través de nuestras habilidades individuales para responder a la vida.

SOMOS RESPONSABLES DE LA VIDA QUE VIVIMOS, así que, si amas tu vida completamente… ¡GRANDIOSO! Sigue haciendo lo que has estado haciendo. Pero si tu, tal como yo y la mayoría de nosotros, quieres que algo cambie de cualquier manera posible… ÉSTE ES NUESTRO AÑO para ser RAW y para hacer que el mundo sea humano nuevamente. #maketheworldhumanagain

El estrés es una contracción, una contradicción estimulada por una cadena de reacciones y patrones anticuados. Percibimos la realidad y la asimilamos mediante de nuestros propios filtros. Uno de los principios de la psicología espiritual de los doctores Ron y Mary Hulnick nos dice que la manera en que nos relacionamos con el problema es el problema.

El investigador Nassim Nicholas Taleb se pregunta: “¿Qué tal si pudiéramos reestructurar el estrés?”. Conviértete en ANTIFRÁGIL: elemento aquel que gana del caos y se hace más fuerte. La propuesta parece complicada, pero sólo requiere de la apertura de conciencia y la voluntad intencional.

“No existe nada bueno ni malo; es el pensamiento humano el que lo hace aparecer así”. ~William Shakespeare, Hamlet.

Mi experiencia me ha ayudado a entender que el estrés se deriva de la idolatría que tenemos de conceptos heroicos o inspiradores acerca de nosotros mismos, de las misiones que enfrentamos en relación a las expectativas que nos han sido impuestas. Nos dedicamos a retocar compulsivamente esas ideas en nuestra mente, pero siempre manteniéndolas a distancia, en un lugar lejano. Y le damos un sentido masoquista de motivación a esa distancia. La distancia entre la aceptación de lo que es y la idea de lo que, en nuestro juicio, debería ser, crea un ambiente tóxico para la conciencia humana.

Cuanto más luchamos y cuanto más nos frustramos, sentimientos como la culpa y la vergüenza se despliegan fácilmente en esta toxicidad.

Usando la analogía de una película, personas tanto como situaciones pasan por un proceso muy selectivo de casting para entonces convertirlos en nuestra película. Nuestra percepción individual está formada por todos los registros que hemos estado sosteniendo en nuestra conciencia. Luego, con la información que reunimos, creamos nuestra obra maestra, al igual que una película de Clint Eastwood, escrita, producida, dirigida, actuada y editada por nosotros mismos. Colocamos la película, avanzamos, ponemos pausa, retrocedemos en escenas que nos gustan y que no nos gustan, etc. Esto explica las diferentes perspectivas, comportamientos o ideales que tenemos, aunque en las mismas circunstancias.

Nuestro sistema de creencias está organizado. Éste selecciona y establece prioridades basadas en el juego que consiste en mucho más que en satisfacer los gustos o preferencias, bien sea individuales o del colectivo del que formamos parte, como la familia, el ambiente laboral, académico, religioso, político y social, en todas sus facetas.

Aquello que llamamos mundo, nuestro contexto cotidiano y social, nuestros valores y jerarquías, todo eso pertenece a la forma, pero no es sólo eso. En realidad todo lo que pensamos es forma, lo que sentimos es forma, lo que hacemos es forma, todo lo que medimos como bueno o malo es forma y está sujeto a un juicio de valor basado en la supervivencia, en contextos y en marcos de referencia preestablecidos y, en algunos casos, en la preferencia personal de lo que representa la sustentabilidad de diferentes elementos que son imposibles de adoptar en combinaciones prácticas.


Mi antídoto personal: la certeza del ser, un estado que genera una identidad y un modo de vida. En esa certeza del ser, sentimos paz en la que nos sabemos en perfecto bienestar, resguardados a pesar de los desafíos que surjan en el futuro al igual que los que tuvimos en el pasado.

La incondicionalidad esencial a través de la condición humana, desde donde es posible respirar sin urgencia, en la certeza de la vida, de la experiencia, de la armonía y de la paz. Eso es lo que nos mantiene en ritmo y en estado de abundancia. Esta sintonía es similar a escuchar la radio: la frecuencia está ahí, sólo tenemos que encontrarla y alinearnos con ella.

Este año te invito a considerar un experimento: ¿Qué tal si la vida te está favoreciendo? ¿Qué tal si estás aquí en la tierra para aprender? ¿Qué pasaría si estuvieras seguro de tí mismo? Desde este espacio, ¿cómo determinarías tu propósito, tu dirección, tu sintonizador interno, tu GPS? ¿Cómo te moverías en relación a todo lo que atravieses? ¿Cómo cambiaría esto tu percepción? ¿Cómo cambiaría esto tu interpretación final de la realidad?

Los seres humanos estamos destinados a prosperar. Nuestra sustentabilidad no se trata solamente de sobrevivir. Somos criaturas magníficas con una complejidad hermosa. Somos criaturas en constante evolución con capacidades infinitas. Todos, no sólo un puñado de afortunados, sino todos nosotros. Esto es lo que nos hace extraordinarios y ordinarios al mismo tiempo.

Las habilidades que nos ayudarán a convertir el estrés y otros estimulantes tóxicos en energía para la prosperidad y la sustentabilidad humana son las que he reunido en el

concepto RAW: Responsabilidad, Conciencia, Voluntad. En inglés: Responsibility, Awareness, Willingness.

Si elegimos sintetizar y asimilar los retos de la vida como posibilidades de evolucionar, completar, aprender y participar, ganamos la fuerza para procesar y reestructurar nuestros factores estresantes. Así, al desarrollar habilidades para responder a los desafíos cotidianos, tenemos el espacio para elegir dónde queremos dirigir la energía externa que asimilamos, lo que queremos transformar, cómo lo vamos a sintetizar, al igual que lo hacen las plantas, convirtiendo elementos inorgánicos en energía que permite la vida más allá de cualquier otra creación.

La certeza del ser es un estado en el que nos sabemos y nos reconocemos a nosotros mismos en integridad total, conducidos por nuestro propósito en vez de limitados por la condición humana.

Un propósito como tal tiene carácter y la más alta forma de integridad, el tipo de integridad que nos hace uno. No hablo de integridad como lealtad a las reglas o las formas, sino como la reunión de las partes de un todo, tan absoluto que no necesita ser comprobado. La energía es dinámica y está destinada a sintetizar la virtud y compartirla.

Vivir en la certeza del ser no es una moda, no tiene una estética definida, no es orar, no es meditar, no es usar blancos ropajes ni hacer yoga, no es ser vegetariano, no hay formas que sean y otras que no lo sean, no es predecible, no es controlable. Es lo que es. La perfección no evoca absoluta pureza, pues es un concepto definido por contextos y marcos de referencia externos que, aunque nacidos de la virtud, no siempre se actualizan. Y, dado que las definiciones crean una ley y la ley es lo que mide la forma humana, éstas se valen del castigo para mantenerse vigentes.

Sólo el ser, nuestro vínculo y la lealtad hacia el mismo, nos mantienen en constante actualización, la cual no es condicional ni depende de la preferencia. La forma puede cambiar, pero el ser se mantiene a través de distintos contenedores.

El tejido social de nuestro colectivo debe ser siempre de naturaleza incondicional del yo superior: individuos Responsables, Conscientes y con Voluntad para actualizarse dinámicamente en un propósito común hacia la sustentabilidad humana.

Originally published at medium.com

Author(s)

  • Claudia Flores

    Founder

    Human Sustainability Project

    Claudia Flores is a Mexican-born philanthropist, social entrepreneur, and activist who has devoted her life to service and the positive transformation of the planet. As the founder of the Human Sustainability Project, Claudia synthesizes her decades of experience in social impact work and psychology. She is currently in development of educational offerings that provide opportunities for people from all over the world to experience the resilience, peace, and creativity with which she lives her own life. As the devoted mother of three children, in 2020 Claudia is committed to empowering parents to consciously address the challenging issues of today through personal responsibility. These educational programs and transmedia offerings support parentings in leading Conversations Worth Having and in responsibly responding to global issues with their children. Under Claudia’s leadership, and in partnership with remarkable non-profit organizations and shared mission partners, the Human Sustainability Project is poised to become a beacon of empowerment for parents, teachers, students, activists, artists, corporations, and more.